lunes, 26 de mayo de 2008

Mi naturaleza


Un cisne; en un río de rápido caudal luchaba contra una tormenta que le estaba
alejando de su hogar mas y mas… de ese lugar que le había visto nacer.
Al acavar la tormenta el cisne llego a una zona tranquila, donde margaritas y
amapolas crecían tan cerca del rió que daba la sensación de que nacían en el agua.
El cisne nadaba tranquilo y al mirar hacia arriba veía las hojas de los árboles que
tapaban el azul del cielo casi por completo, dejando solo pasar escasos rayos de sol;
pero estos eran suficientes para que pudiera ver las maravillas que le rodeaban.
Claro que, después de la tranquila calma debía de volver el caos.
El cisne divisaba una enorme cascada que cortaba el curso del río, cuyo final acababa
en una enorme nube de espuma y vapor de agua.
El cisne alzo sus enormes alas y comenzó a volar, dejando caer de sus plumas
pequeñas gotas de agua que se asemejaban a diamantes a causa de los rallos de luz
que las atravesaban.
Sobrevolando la cascada, aterrizo en el lago que esta formaba. Una vez allí miro hacia
abajo, y se quedo mirando durante unos segundos como debajo de sus patas nadaban miles de peces de lindos y variados colores.
El cisne se sentía perdido lejos de su hogar, triste y solo. Aun era joven, y el blanco de
sus plumas era inmaculado y brillante.
¿Qué debía de hacer? ¿Se debía quedar allí mirando como fluía el agua formando un
nuevo río? ¿O debía dejarse llevar por aquella suave corriente?
El sabía que si se quedaba su vida se pararía en el tiempo, y que si se dejaba llevar
volvería a sufrir tormentas.
Finalmente, sintió que algo le llamaba allí, al final de las aguas que se perdían en el
horizonte. Y con un enorme esfuerzo de valentía se dejo llevar por aquella suave
corriente.


Porque la vida es como un juego, que si no te arriesgas a jugarlo, no merece la pena vivirla.


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